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Berlín, Alemania. El apogeo de los valores nazis y la raza aria se encuentran en lo más alto. Niños, jóvenes y adultos se encuentran doblegados a la fuerza arrolladora de la guerra. Los miembros del ejército cargan sus títulos civiles con honor y gloria. Judíos, gitanos, discapacitados; todos los impuros y desperfectos de la raza humana superior son eliminados sin escrúpulos ni misericordia.

Pero más allá de la verdad y la valía, existe un mundo desconocido para nosotros. Una nueva versión, la otra cara de la moneda. Esa cara que habría de mantenerse oculta para la eternidad... La cara sobrenatural. Así es, amigos míos. Pero antes de comenzar con nuestra historia, habrás de hacerte a ti mismo la siguiente pregunta. ¿Crees en vampiros y hombres lobo? Se mantienen allí, ocultos, en las sombras, disfrazados de nobles civiles y personas de gran corazón, tan normales como el vecino de enfrente. No sabrías reconocerlos, a pesar de que unos gozan de belleza sobrenatural, y otros de gran coraje y valor. Pero tienen mucho que ocultar, demasiado quizá.

En medio de la guerra y el caos, vampiros y hombres lobo llevan enfrentados desde tiempos inmemoriales con un único objetivo: exterminar al contrario. Los primeros no están vivos, ni están muertos. Su piel es fría, no envejecen, no cambian. Son solitarios y bohemios, y se alimentan de sangre humana. Los segundos, en cambio, se rigen bajo las órdenes de un líder: un hombre lobo superior, más anciano; el mismo que les ha transformado en lo que son. Algunos le odian y desean acabar con él, sabedores de que su muerte es la cura de su licantropía. Pero otros, en cambio, saben que no pueden enfrentarse al enemigo común sin un líder, y le siguen, fieles y leales, allá donde va.

Los licántropos, defensores innatos de la raza humana, pusieron sus cartas sobre la mesa y formaron La Resistencia. Una asociación secreta de lobos y humanos que harán lo que sea por acabar con tan terrible guerra, y por supuesto por exterminar los terribles valores nazis. Los vampiros lo tuvieron más complicado: no es corriente que se agrupen. Pero algunos lo hicieron y se convirtieron en La Alianza. Capaces de todo por lograr lo que desean: terror. Caos. Muerte. Sed constante por la guerra y por matar. Y ambos bandos se encuentran ahí, aunque tú no los veas. Ellos forman la otra cara de la guerra, y mueven los hilos que consideran necesario para dominarnos a nosotros, ilusos humanos, y conducirnos allá donde deseen llevarnos; convirtiéndonos en los peones de sus planes sin que podamos siquiera adivinarlo. Una guerra sobrenatural dentro de una guerra humana, oculta tras un velo opaco que no nos permite ver más allá.

Pero aún hay más, amigos míos. Ellos. Las peores víctimas de la terrible guerra. Aquellos que, después de haber sido utilizados a sangre fría por investigadores, médicos y químicos nazis, no sólo lograron escapar, sino que también adquirieron nuevas capacidades. Lo llaman dones. Humanos recipiente de experimentos maquiavélicos para la cura de nuevas enfermedades, experimentos que en muy pocos casos resultaban beneficiosos para aquel en quien han experimentado; más bien logrando consecuencias catastróficas. Aquellos nazis que saben de la existencia de estos humanos especiales los consideran terribles abominaciones, tan dignos de ser destruídos como lo son los gitanos o los judíos. Y muchos de ellos, mis queridos lectores, se han unido a la Resistencia, sabedores de que son los únicos capaces de protegerlos de los terribles colmillos de los vampiros de la Alianza.

Ellos vendrán a por nosotros. Los reyes de la noche no tendrán piedad, ni misericordia, ni escrúpulos. Los hijos de la luna se enfrentarán con valor por aquello en lo que creen. Y ellos... Los experimentados. Demostrarán hasta qué punto sólo existen dos tipos de humanos: la raza humana, de corazón limpio y puro, y los verdaderos monstruos. Y creedme: su formqa de contemplarlo es muy diferente a la de los gendarmes nazis.